
En Stellantis nació en 2021 de la fusión entre PSA y Fiat Chrysler Automobiles, todo se basó en una arquitectura diseñada para mantener un equilibrio franco-italiano. Cinco consejeros por parte de Peugeot y cinco por parte de Agnelli debían garantizar una gobernanza estable, mientras que Carlos Tavares, antiguo responsable de PSA, tenía un mandato de cinco años como CEO. Esta simetría aparentemente sólida empezó a resquebrajarse en diciembre de 2024 con Dimisión anticipada de Tavaresque se supone que permanecerá hasta 2026 antes de jubilarse.
Desde junio de 2025, Stellantis está dirigida por Antonio Filosa, antiguo empleado de FCA que contó con el apoyo del propio Robert Peugeot. Pero este giro hacia un liderazgo italoamericano ha alterado profundamente el equilibrio interno y reavivado una preocupación creciente en el lado francés: la de ver cómo la influencia de los Peugeot disminuye año tras año en el cuarto grupo automovilístico mundial.
Una silla, dos herederos y una familia fracturada
La tensión es ahora palpable en el seno de la dinastía. Antes de finales de 2025, los tres holdings familiares, Établissements Peugeot Frères, Peugeot Invest y Peugeot 1810, deben designar un único representante en el Consejo de Administración de Stellantis. Este puesto, ocupado actualmente por Robert Peugeot, se ha convertido en el símbolo de un enfrentamiento estratégico entre dos visiones opuestas: la del anciano Robert, fiel arquitecto de la fusión PSA-FCA, y la de su primo Xavier, jefe de DS y último miembro de la familia que sigue directamente implicado en la fabricación.

Las informaciones procedentes de Neuilly-sur-Seine, donde se toman las decisiones familiares, son coherentes: Xavier Peugeot ha tomado la iniciativa, según varias fuentes que asistieron a las presentaciones internas en noviembre. Su planteamiento gusta a algunos miembros de la familia, deseosos de dar al clan una orientación más industrial y de reforzar su accionariado, frente a la estrategia de diversificación preconizada por Peugeot Invest.
Robert, de 75 años, es la encarnación de la continuidad. Para él, el ascenso de Filosa y la llegada al poder de antiguos ejecutivos de FCA son simplemente un movimiento pendular natural tras el largo dominio de PSA bajo Tavares. Cree que las competencias deben primar sobre la nacionalidad, y que el Consejo de Administración no debe interferir en las operaciones cotidianas. Su bando se apresura a señalar que la gobernanza de un grupo mundial no puede estar controlada por reflejos identitarios, especialmente frente a Exor, el mayor accionista con más del 15TP3T del capital.
Xavier, de 60 años, tiene una visión completamente distinta. Se basa en las reticencias de su hermano Thierry, que en 2014 se opuso, sin éxito, al plan de recapitalización que llevó al Estado francés y al grupo chino Dongfeng al capital de PSA. Para los dos hermanos, la familia debería haber aprovechado los buenos años bajo Tavares para superar los 8 %, un umbral que potencialmente podría permitirles reclamar dos puestos en el consejo. Creen que todavía es posible ejercer esta opción comprando la participación actual de Dongfeng, aunque Peugeot Invest se inclina ahora por la diversificación en lugar de aumentar su participación en Stellantis.
El miedo al borrado de Francia
El nombramiento del futuro representante de Peugeot no es sólo un duelo personal: cristaliza el malestar de un clan que ya temía perder su influencia y que ahora ve cómo el centro de gravedad de Stellantis se desliza hacia Detroit y Turín. Desde que Filosa asumió el mando, varias funciones estratégicas en Europa, Sudamérica, diseño y operaciones han sido confiadas a directivos procedentes de FCA. El equilibrio fundacional de la fusión parece desmoronarse cada mes que pasa.

En Francia, cada vez se plantean más preguntas sobre el futuro industrial del grupo: inversiones, mantenimiento de las fábricas, orientación de las gamas de productos, distribución de los centros de decisión... Son todas cuestiones sobre las que una parte de la familia considera que la voz francesa ya no es suficientemente audible. Algunos directivos del grupo comparten esta preocupación y observan un debilitamiento progresivo de la cultura PSA en los órganos de dirección. A ello se añade una rivalidad silenciosa pero permanente con la familia Agnelli. Exor, presidido por John Elkann, conserva una influencia decisiva sobre la orientación estratégica de Stellantis. La posible desaparición de Robert Peugeot del consejo, unida a la falta de consenso interno en la parte francesa, podría acentuar aún más este desequilibrio.
Una elección que podría redefinir Stellantis
Por tanto, lo que está en juego va mucho más allá de la cuestión de un mandato. La esperada decisión, que la familia podría aplazar unas semanas, determinará la naturaleza de su presencia en Stellantis en los próximos años. Por primera vez desde la fusión, los Peugeot ya no parecen alineados en torno a una estrategia común. Y frente a Exor, esta división podría tener un efecto duradero en la capacidad de Francia para influir en la gobernanza del grupo. Filosa, por su parte, sigue su hoja de ruta sin expresar públicamente la menor preferencia, pero todo el mundo sabe que un representante de la familia más proactivo podría influir en las discusiones del Consejo en 2026, en particular en lo que se refiere a las futuras plataformas, las inversiones industriales y la distribución de los centros de decisión mundiales.
