
Es el final oficial de un ambicioso proyecto iniciado hace casi quince años: el tribunal de Changsha, en la provincia de Hunan, ha declarado en quiebra la empresa conjunta Gac-Fiat Chrysler, poniendo fin definitivamente a la presencia industrial de Stellantis a través de esta entidad en China.
Esta empresa conjunta se creó en 2011 bajo la dirección de Sergio Marchionne, era permitir a Fiat Chrysler conquistar el mayor mercado automovilístico del mundo junto al gigante chino GAC Group. En aquel momento, las ambiciones eran enormes: 17.000 millones de yuanes de inversión (unos 2.300 millones de euros), dos plantas en Guangzhou y Changsha, una capacidad de 300.000 vehículos al año y una gama adaptada a los gustos locales, que incluía el Jeep Renegade, el Compass, el Cherokee y los Fiat Viaggio y Ottimo.
Pero tras un pico de ventas en 2017 (más de 200.000 unidades), el descenso a los infiernos fue rápido. Incapaz de seguir el ritmo del mercado chino, dominado por las nuevas tecnologías y los vehículos electrificados, Gac-FCA ha seguido centrándose en modelos de combustión cada vez menos atractivos para los consumidores chinos.
En 2022, la empresa entró en un proceso de reestructuración. Desde entonces, no se ha intentado vender ninguno de sus activos: cinco subastas públicas han quedado desiertas, a pesar de la venta de terrenos, equipos y dos fábricas. El resultado: un pasivo de más de 8.100 millones de yuanes (alrededor de 1.100 millones de dólares), incluidos 4.000 millones de dólares en deudas indiscutibles, frente a unos activos estimados en apenas 1.900 millones de dólares. A falta de acuerdo con los acreedores, el tribunal declaró liquidada la empresa.
Este fracaso también simboliza la incapacidad de Stellantis, al igual que otros fabricantes occidentales, adaptarse a la revolución eléctrica china, liderada por marcas locales ultracompetitivas. La conversión de los emplazamientos de energía fósil a energía eléctrica habría requerido inversiones colosales que ningún inversor estaba dispuesto a realizar.
El contexto geopolítico y el deterioro de las relaciones entre Stellantis y GAC no han ayudado. Tras la fusión FCA-PSA, Carlos Tavares intentó recuperar el control de la empresa conjunta, pero GAC se opuso, denunciando lo que consideraba una gobernanza inadecuada y un clima reglamentario desfavorable a los grupos extranjeros.
Con esta quiebra, Stellantis ha pasado definitivamente la página de una parte de la estrategia asiática heredada de Marchionne. Una página llena de símbolos... y un pasivo de mil millones de dólares que borrar.