
Cuando la familia Peugeot se desgarró la cuestión de su futura influencia en StellantisEl resultado aún parecía incierto. Por un lado, Robert Peugeot, encarnación de la continuidad y artífice de la fusión entre PSA y Fiat Chrysler Automobiles. Por otro, Xavier Peugeot, jefe de DS Automobiles, con una línea más ofensiva destinada a devolver el peso industrial y estratégico a la división francesa. Tras varias semanas de discusiones internas, por fin la dinastía ha puesto fin al suspense: Robert Peugeot será nombrado de nuevo miembro del Consejo de Administración de Stellantis para un último mandato de dos años.
Un duelo familiar que se ha convertido en una cuestión estratégica
Esta elección, refrendada por los distintos holdings familiares, no es simplemente la renovación de un mandato. Marca la conclusión de un duelo silencioso pero real entre dos visiones de futuro. A sus 75 años, Robert Peugeot seguirá formando parte del Consejo de Administración, donde seguirá ocupando el cargo de Vicepresidente junto a John Elkann, Presidente del Consejo y representante de la familia Agnelli.

Frente a él estaba Xavier Peugeot, de 60 años, que esperaba encarnar una nueva etapa de los Peugeot en el seno del cuarto grupo automovilístico mundial. Su plan se basaba en una interpretación más política de la gobernanza de Stellantis, en un momento en que el centro de gravedad del grupo parece desplazarse cada vez más hacia un eje italo-americano, reforzado desde la llegada de Antonio Filosa como CEO.

La continuidad como principio rector
Al elegir a Robert Peugeot, la familia ha optado claramente por la estabilidad. El patriarca cuenta con un historial que algunos miembros del clan consideran decisivo: el éxito de la fusión PSA-FCA, varios años de elevados dividendos bajo la dirección de Carlos Tavares y una gobernanza aparentemente fluida en un grupo que se ha convertido en un grupo en expansión. Para sus partidarios, cuestionar este equilibrio habría sido arriesgado en un contexto ya marcado por un año difícil para Stellantis. Este último mandato de dos años, que será validado oficialmente en la Junta General de Accionistas de 2026, marca sin embargo una forma de transición. La familia Peugeot ha querido reiterar su compromiso a largo plazo con Stellantis, al tiempo que reconocía el paso a mandatos más cortos como un signo de mayor vigilancia sobre la gobernanza del Grupo.
La influencia francesa, bajo presión
Con casi 8 % del capital, los Peugeot siguen siendo el segundo accionista de Stellantis, muy por detrás de Exor y sus más de 15 %. Esta posición limita automáticamente su capacidad de influencia sobre la familia Agnelli, sobre todo teniendo en cuenta que el acuerdo de statu quo resultante de la fusión de 2021 impide cualquier aumento rápido del capital antes de 2028. Era precisamente sobre este punto sobre el que Xavier Peugeot y su hermano Thierry habían intentado abrir el debate. Estaban convencidos de que la familia debería haber aprovechado los años de bonanza para aumentar su participación y, potencialmente, reclamar un segundo puesto en el Consejo. Esta opción ha quedado ahora descartada, ya que Peugeot Invest sigue favoreciendo una estrategia de diversificación más que una reorientación hacia el sector del automóvil.
La retención de Robert Peugeot también envía un mensaje claro a Antonio Filosa y al equipo directivo formado a partir de la antigua FCA. En esta fase, la familia Peugeot no pretende recuperar el control de la dirección operativa del Grupo. Acepta implícitamente la nueva dinámica puesta en marcha en Turín y Detroit, conservando un papel equilibrado en el Consejo de Administración. Queda por ver cómo utilizará Robert Peugeot estos dos últimos años. ¿Será un mandato de transición, destinado a preparar una sucesión consensuada, o un periodo durante el cual la familia intentará redefinir discretamente su estrategia de influencia? En un momento en que Stellantis necesita aclarar sus opciones industriales, la cuestión sigue abierta.