El nuevo Director General de Stellantis Europe asegura que "la planta de Fiat en Termoli sigue siendo uno de los ejes principales del plan industrial de la empresa".

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Emanuele Cappellano, nuevo Director General de Stellantis Europe

Hasta hace unos días, Termoli era la encarnación de la ira, la preocupación y la desconfianza. La cólera de una región industrial con una larga historia que se sentía sacrificada en el altar de una transición energética considerada demasiado brutal y mal anticipada. El 29 de noviembre, más de mil personas habían se manifiesta en defensa del futuro de la fábrica de motores Fiatun pilar de la economía de Molise durante décadas. Hoy, el tono es distinto, pero la cautela no ha desaparecido.

En Roma, el Presidente de la Región de Molise, Francesco Roberti, y el Asesor de Actividades Productivas, Andrea Di Lucente, se reunieron con el nuevo Director General de Stellantis Europa, el ingeniero Emanuele Cappellano. La reunión se esperaba con impaciencia, ya que las dudas sobre el emplazamiento de Termoli se han ido acumulando en los últimos meses. Al final de la reunión, una frase llamó la atención de todos: "la planta de Termoli sigue siendo un punto importante en el plan industrial de la empresa". Un mensaje claro, al menos sobre el papel.

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Termoli, símbolo de las contradicciones de Stellantis

La planta de Termoli refleja por sí sola todas las contradicciones de la estrategia europea de Stellantis. Por una parte, un centro reconocido por su experiencia, que produce desde hace décadas motores famosos por su fiabilidad. Por otra, una visión industrial que durante mucho tiempo pareció querer pasar página a los motores de combustión lo antes posible, a veces sin ninguna solución de sustitución creíble a corto plazo. El abandono progresivo de ciertas líneas, el desmantelamiento del FIRE 16V, la infrautilización de los motores GSE FireFly (motor que Emanuele Cappellano conoce muy bien porque también se produce en Brasil), las incertidumbres en torno al GME 2.0L y el fracaso virtual del proyecto de gigafactoría ACC han alimentado un sentimiento de abandono. En este contexto, las garantías dadas por el nuevo Director General de Stellantis Europe no pueden ser más bienvenidas. No lo resuelve todo, pero marca un cambio de rumbo.

Una oportunidad a partir de 2026

A corto plazo, el futuro de la fábrica de motores de Termoli podría estar escrito, paradójicamente, por un modelo emblemático: el Fiat 500 híbrido. Anunciado como pilar de la estrategia de Fiat para los próximos años, esta versión tiene un ambicioso objetivo de producción de 100.000 unidades al año. Este volumen implica automáticamente una producción equivalente de motores y, por tanto, una actividad industrial sostenida en Termoli a partir de 2026. Esta perspectiva cambia las reglas del juego. Devuelve visibilidad a un emplazamiento que carecía de ella y aseguraría varios centenares, si no miles, de empleos directos e indirectos.

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Otro elemento a tener en cuenta es el reciente restyling del Alfa Romeo Tonale. Aunque su futuro comercial sigue siendo incierto, este modelo podría contribuir a devolver un poco de volumen a Termoli con pedidos de motores. El Tonale ha mostrado sus limitaciones desde su lanzamiento, pero incluso un modesto relanzamiento podría estabilizar temporalmente el negocio.

El verdadero reto es a medio plazo

A medio plazo, Termoli tendrá que encontrar su verdadera razón de ser. Las esperanzas se centran ahora en la producción de motores híbridos e híbridos recargables GME. Estos motores, destinados a los futuros modelos de gama alta de Stellantis, podrían garantizar a largo plazo la actividad de la planta. En la reunión de Roma, los representantes regionales insistieron en la necesidad de neutralidad tecnológica más allá de 2035, la renovación del parque automovilístico europeo y la deslocalización del valor añadido industrial hacia Europa. Todas estas son cuestiones a las que Stellantis parece ahora más receptiva, al menos en su retórica.

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Una promesa que compromete a Stellantis

Tanto para los representantes electos locales como para los empleados, esta declaración del nuevo Director General no es un fin en sí mismo, sino un punto de partida. Tras meses de silencio, aplazamientos y decisiones vagas, Termoli necesita acciones concretas. Los primeros meses de 2026 serán decisivos para determinar si esta histórica planta seguirá siendo un símbolo del saber hacer italiano o se convertirá en una de las muchas víctimas de la transición industrial europea.


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