
Algunos supercoches parecen desvanecerse en el aire para luego reaparecer como espejismos. Este Countach LP400 S 'Blue Tahiti', chasis 1016, es una ilustración perfecta: salió de Estados Unidos a finales de los años 70, desapareció del radar durante décadas... antes de resurgir en Japón, congelado en el tiempo, casi como salió de Sant'Agata Bolognese.
El cartel de los sueños...
John Temerian, propietario de Curated en Miami y conocedor de Countach y Diablo, creció con estos coches. Lamborghini en la pared. Cientos han pasado por sus manos, y la magia nunca ha decaído. Para él, el Countach no es sólo un supercoche: es un objeto de arte, el símbolo mismo del "todo es posible".
La línea Countach (1974-1990) es rica y a veces incomprendida. Durante mucho tiempo, el LP400 'Periscopio' puro reinó en lo más alto de la jerarquía, con entre 1,2 y 2 millones de $ comercializados a mediados de la década de 2010, dependiendo del estado, el color y el kilometraje. Pero con el tiempo, otra rama ha adquirido un aura propia: el LP400 S, nacido en 1978.
De Walter Wolf al LP400 S
El LP400 S se debió en gran medida a los encargos especiales del empresario Walter Wolf, cercano al ingeniero Gianpaolo Dallara por aquel entonces. Sus prototipos incorporaban guardabarros, llantas Campagnolo "Bravo" extra anchas y neumáticos Pirelli P7 a medida. El aspecto fornido del Countach y su juego de neumáticos fuera de lo común lo convertirían en parte de la cultura pop de los 80.

Los primeros LP400 S de la Serie 1, conocidos como coches de "carrocería baja" porque seguían basándose en el chasis Periscopio, fueron los más codiciados: los 50 primeros estaban equipados con las famosas llantas Bravo, y los 27 primeros también conservaban los pequeños contadores Stewart-Warner. De estos rarísimos coches, sólo unos pocos se pintaron en el ya legendario Azul Tahití.
1978, California: un cliente encarga... cuatro Countachs
Aquí empieza realmente la historia. En 1978, un empresario californiano hizo un pedido asombroso para la época: cuatro Countach nuevos... cuando Lamborghini sólo ensamblaba una treintena de coches al año. Uno de ellos era el chasis 1016, LP400 S Serie 1 en pintura Azul Tahití.
Hay tomas de la 1016 en la fábrica, durante el montaje y luego en San Diego. Después, el silencio. El coche desapareció, antes de reaparecer en Japón a finales de los 90, en la segunda planta de una pequeña sala de exposiciones. Ya no se conduce, nunca se ha expuesto, está cubierto de polvo. Cualquiera que pregunte si está a la venta recibe el mismo cortés "no".
Años de negociaciones
Durante años, John Temerian recopiló registros de Countach y fantaseó con este chasis 1016 "desaparecido". Finalmente pidió a un amigo, que buscaba coches en Japón, que se pusiera en contacto con él y le hiciera una oferta. Se negó. Las ofertas fueron aumentando poco a poco. Mientras tanto, se filtraron algunas fotos: pintura de fábrica, interior original, alineaciones impecables.

Convencido de que se trataba de un tesoro, John Temerian envió al experto Chip Davis a una inspección sin concesiones, con la misión de localizar el más mínimo defecto. El veredicto fue inesperado: un informe elogioso, e incluso la mención de un posible premio "Preservación" en Pebble Beach. El acuerdo se cerró... a un precio récord (pero no revelado) para un LP400 S.

Llegada a Miami

Cuando se bajó del camión en Miami, el Countach no arrancaba, algo normal después de dos décadas inmovilizado. Pero todo lo demás está en perfecto estado: salpicadero, alfombrillas, volante, pomo del cambio, luces, ruedas Bravo... Es como una cápsula del tiempo.
John Temerian es categórico: no habrá restauración. El coche volverá a Italia para una revisión mecánica y nada más. La filosofía es clara: conservar, no embellecer.




Algunos coches merecen una restauración competitiva. Otros, extremadamente raros, merecen no ser tocados. Este entra en la segunda categoría. Porque el verdadero valor está en un coche que se ha conservado como nuevo durante más de 30 años.