
La historia podría haber sido la de un genio digital, de esos que convierten un simple nombre de dominio en una fortuna. Pero para un inversor de Arizona, que estaba convencido de haberse hecho rico al comprar Lambo.com, la realidad fue mucho menos extravagante. Lo que empezó como una inversión de 10.000 dólares acabó en una batalla legal, y sin ganar un solo dólar.
La arriesgada apuesta de un inversor
Todo comenzó en 2018. Un hombre acostumbrado a especular con nombres de dominio compró Lambo.com por 10.000 dólares. Para él, la idea estaba meridianamente clara: "Lambo" se había convertido, en el lenguaje cotidiano, en un diminutivo mundialmente reconocido para Lamborghini. Si es dueño de Lambo.com, potencialmente posee parte de la imagen de la marca. Y mejor aún: un activo que Lamborghini podría querer recuperar, a cualquier precio. Durante varios años, no desarrolló nada en el sitio. Ningún proyecto, ningún servicio, ningún contenido. Lambo.com se convirtió en una página vacía... salvo por un detalle: un enlace para comprarlo. Y el precio subió rápidamente.

Primero 1,1 millones de dólares. Luego 12 millones de dólares. Luego a una suma realmente demencial: 75 millones de dólares. El inversor se sentía intocable. Incluso llegó a adoptar públicamente el seudónimo "Lambo" en Internet, convencido de que esta asociación le daría legitimidad en caso de litigio. Pero esta estrategia, en lugar de protegerle, iba a ser su perdición.
Lamborghini entra en escena
Cuando el precio se dispara, Lamborghini agudiza el oído. En Sant'Agata Bolognese, este tipo de especulaciones no se toman a la ligera. En 2022, la marca italiana llevó el asunto ante la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), argumentando que Lambo.com era una referencia directa a su marca y que su propietario intentaba claramente aprovecharse de ella.

La OMPI analizó su comportamiento: ninguna actividad comercial, ningún uso de buena fe, sólo una venta agresiva del dominio a un precio 7.500 veces superior al de la compra inicial.
Para la organización, no hay duda: se trata de ciberocupación, una práctica prohibida por el derecho internacional. Ya hay veredicto: Lambo.com debe transferirse a Lamborghini. Pero el empresario se negó a rendirse. Emprendió a su vez acciones legales, con la esperanza de anular la decisión y salvar lo que consideraba un "bien personal".
El juicio final
El caso llegó hasta el tribunal federal, donde la juez Roslyn O. Silver dictó una sentencia de 15 páginas. Silver dictó una sentencia de 15 páginas.
Y lo menos que podemos decir es que no deja lugar a dudas.
El juez dictaminó que :
- el inversor no tiene ningún derecho sobre la marca "Lambo",
- el uso del dominio es claramente de mala fe,
- el parecido con Lamborghini es engañoso,
- La adopción del seudónimo "Lambo" tras la compra no constituye una identidad legítima,
- el astronómico precio de venta demuestra un claro deseo de explotar la marca.
Peor aún, en un momento dado el hombre redirigió el sitio a un foro donde acusaba a Lamborghini de "robo" y prometía "defender, golpear y humillar" a la marca.
Baste decir que esto no jugó a su favor.
El resultado: Lamborghini recupera Lambo.com gratuitamente, sin haber pagado un solo dólar (salvo probablemente en honorarios de abogados). El inversor, en cambio, se va con las manos vacías. Pierde:
- su inversión inicial de 10.000 dólares,
- el nombre de dominio,
- decenas de miles de dólares en honorarios de abogados.
El juez llegó incluso a la conclusión de que la estimación de 75 millones de dólares era... "pura fantasía".