
Cuando uno piensa en el Dodge Viper, inmediatamente piensa en un coche brutal con un propulsor salido directamente de Detroit: capó interminable, silueta bestial y, sobre todo, un rugido de diez cilindros único en el mundo. Pero detrás de este icono americano se esconde una historia inesperada: su motor V10, símbolo del exceso, existe gracias a... Lamborghini.
El sueño de un presidente
A finales de los 80, Bob Lutz, presidente de Chrysler, tuvo una idea audaz: recrear el espíritu del legendario Shelby Cobra. Un deportivo radical, despojado de todo confort superfluo, pero con un motor monstruoso que no dejara indiferente a nadie.
El concepto se presentó en 1989 en el Salón del Automóvil de Detroit. Poco después, la primera mula del VM01 fue propulsada por un Chrysler 360 V8, elegido no por sus prestaciones, sino porque su peso se aproximaba al del futuro V10 de aluminio. Este coche se utilizó principalmente para validar la suspensión y convencer a la dirección - François Castaing, Vicepresidente de Ingeniería, seguía mostrándose escéptico.

Bob Lutz acabó probando el prototipo él mismo en las calles de Highland Park, con Roy Sjoberg, el ingeniero jefe del proyecto. Seducido, decidió: "Es exactamente lo que tenía en mente". Se dio luz verde.
De camión a supercoche
La génesis del V10 del Viper es una mezcla de dos mundos de Chrysler.
- En términos de arquitectura, el motor deriva de los V8 LA de Chrysler, conservando el ángulo de 90°.
- En términos de industrialización, la idea inicial era utilizar un motor V10 de hierro fundido que se estaba desarrollando para camiones. Pero este motor pesaba casi 900 libras (más de 400 kg) y era totalmente inadecuado para un deportivo.
Chrysler confió la tarea a Lamborghini Engineering, con sede en Módena y dirigida por Mauro Forghieri (ex Ferrari en F1). Los italianos diseñaron un motor de aluminio totalmente nuevo, más de 200 kilos más ligero, capaz de desarrollar 400 CV y 610 Nm de par a partir de 8,0 litros de cilindrada, utilizando combustible de 89 octanos.

La experiencia de Lamborghini se centró en la refrigeración, el equilibrado del cigüeñal, la reducción de peso y la puesta a punto. Willem Weertman, el ingeniero de Chrysler responsable del LA V8, también fue llamado para supervisar el proyecto.
En comparación con el V10 de camión, casi todo era específico: admisión baja con doble mariposa, culatas, colectores, cárter de aceite, distribución accesoria, mayor relación de compresión, pistones aligerados, válvulas agrandadas, bielas y cigüeñal reforzados. En la práctica, pocas piezas eran comunes.

El resultado es un motor brutal, limitado a 6.000 rpm debido a los enormes pistones, pero con un par titánico, que confiere al Viper un temperamento salvaje y único. Como resumiría más tarde Dick Winkles: "El coche era solo un lugar donde poner mi motor.

Dick Winkles, "Sr. V-10".
Puede que Lamborghini haya dado forma a la materia prima del V10, pero fue un estadounidense quien le dio su alma: Dick Winkles. Hijo de trabajadores de Michigan, se incorporó a Chrysler en 1981 y rápidamente se convirtió en el ingeniero de "alto rendimiento" del grupo.
Enviado a Italia en 1988, conoció el programa Lamborghini de Fórmula 1 V10 como parte de un programa de intercambio técnico. A su regreso, se unió al equipo Viper en 1989 como ingeniero de desarrollo. Durante más de veinte años, hasta 2015, fue el hombre detrás del V10, garantizando potencia, par, fiabilidad y evolución del motor. Apodado "Mr. V-10", Winkles sigue siendo uno de los pocos ingenieros que ha contribuido a todas las generaciones del Viper.
Un coche brutal pero entrañable

El primer Viper RT/10, lanzado en 1992, era casi una caricatura: sin ventanas, sin techo impermeable y con un estilo de conducción salvaje. Sólo se fabricaron 155 unidades en el primer año natural, lo suficiente para que la planta de New Mack en Detroit aumentara la producción. En 1993 se fabricaron 895 unidades y casi 2.900 en 1994. Los precios subieron rápidamente, superando los 54.000 dólares, prueba de que la demanda era real.
En 1996 se lanzó el coupé GTS, más utilizable. En 2003, la segunda generación trajo un poco más de confort. La cilindrada aumentó a 8,3 y luego a 8,4 litros, y la potencia a 600 y luego a 640 CV. Pero el ADN permaneció intacto: un supercoche sin concesiones construido en torno a un motor colosal.
El fin de un mito...
En 2017, el Viper se despide. Tuvo una larga carrera, pero sus modestos volúmenes nunca le permitieron convertirse en un verdadero éxito comercial. Sin embargo, su motor sigue siendo una leyenda: concebido a partir del Chrysler LA V8, ideado como un camión V10, transformado por Lamborghini, refinado por Willem Weertman y sublimado por Dick Winkles. Incluso hoy, cada rugido de un Viper V10 trae un eco de Italia.
