Mucho antes de los SUV, existía este monovolumen con motor Lamborghini V12, ¡tan rápido como un supercoche!

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Hoy en día, el SUV se ha convertido en el arma definitiva de los fabricantes de automóviles de lujo. Lamborghini está pisando fuerte con el Urus propulsado por un V8, Ferrari se atrevió a crear el Purosangue, propulsado por un V12 de aspiración natural, e incluso la historia de Sant'Agata Bolognese incluye el LM002. Pero mucho antes de esta fiebre por los SUV de lujo, un fabricante italiano se atrevió a ir aún más lejos. Mucho más lejos. En 1988, Bertone presentó un concepto improbable: un monovolumen propulsado por un Lamborghini V12 de 455 caballos.

Cuando el monovolumen se convierte en el nuevo símbolo de la familia

A finales de los años ochenta, el panorama automovilístico estaba en plena ebullición. En Estados Unidos, el monovolumen sustituía poco a poco al familiar como vehículo por excelencia. Modelos como el Dodge Caravan y el Plymouth Voyager redefinieron la noción de coche práctico, espacioso y versátil. El fenómeno se extendió rápidamente por el Atlántico y Europa en los años siguientes. Bertone sigue de cerca esta tendencia. La casa de diseño italiana, fundada en 1912 y convertida en leyenda por Nuccio Bertone, siempre ha sabido captar el espíritu de la época. Ha dado forma a algunos de los Lamborghini más emblemáticos, como el Miura, el Espada, el Countach y el Jalpa.

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Lamborghini y Chrysler

En 1987, Automobili Lamborghini fue comprada por Chrysler. Fue una conmoción para el mundo del automóvil. Para Bertone, la adquisición fue motivo de preocupación: Chrysler tenía su propio centro de diseño y la larga colaboración con Lamborghini parecía amenazada. Con este telón de fondo nació una idea descabellada. Puesto que los monovolúmenes estaban de moda en Estados Unidos, y puesto que Lamborghini había lanzado el LM002 unos años antes, ¿por qué no imaginar un monovolumen Lamborghini, destinado al mercado americano, que combinara la practicidad familiar con la mecánica de un supercoche?

El proyecto se inició a finales de 1987 bajo la dirección de Marc Deschamps, entonces diseñador jefe de Bertone. Contrariamente a la creencia popular, Lamborghini no participó oficialmente. Bertone desarrolló el concepto en solitario, con la esperanza de que el choque visual y técnico fuera suficiente para despertar el interés de los responsables. Llamado Genesis, el concepto replantea por completo la estética del monovolumen. Las proporciones siguen siendo generosas, pero el tratamiento es futurista.

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Las puertas traseras son correderas, como en un monovolumen convencional, mientras que las delanteras se abren como un "élytre" e incorporan parte del parabrisas y las aletas delanteras. El acristalamiento es enorme, bañando de luz el habitáculo, y un salpicadero del color de la carrocería estructura visualmente el conjunto.

En el interior, el Genesis es modular y sofisticado. Dos asientos delanteros se sitúan por encima de los pasos de rueda, mientras que en la parte trasera hay disponibles tres asientos adicionales. El asiento central es abatible y el del acompañante puede girarse 180 grados para orientarse hacia el habitáculo. Todo ello está vestido de ante, con reposacabezas en un diseño que recuerda sutilmente a los retrovisores del Countach.

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Un Countach V12 en un monovolumen

El Bertone Genesis se presentó al público en el Salón del Automóvil de Turín en abril de 1988. Y aunque su diseño era intrigante, fueron sobre todo sus especificaciones técnicas las que causaron sensación. Bajo el capó se esconde un motor V12 de 5,2 litros derivado del Lamborghini Countach Quattrovalvole, que desarrolla 455 CV y 500 Nm de par. La base técnica del concepto es similar a la del Lamborghini Espada, del que toma el relevo con una batalla de 2.650 mm. La transmisión se realiza a través de una caja de cambios automática TorqueFlite de tres velocidades de origen Chrysler, ya utilizada en el Espada. Una elección pragmática, pero que limita claramente el potencial del motor. Con cerca de 1,8 toneladas en la báscula y unas relaciones de cambio poco adaptadas, es evidente que el Genesis no ofrece las prestaciones de un supercoche, aunque el tiempo de 0 a 100 km/h declarado sea de 6 segundos y la velocidad máxima de 260 km/h.

Un concepto olvidado, pero precursor

A pesar de la expectación que causó en Turín, el Génesis no condujo a nada concreto. Ni Lamborghini ni Chrysler siguieron adelante. Para Bertone, el concepto fue una especie de canto del cisne en su relación con la marca del toro. El carrocero no volvería a diseñar un Lamborghini de producción. Durante décadas, el Génesis se hundió en el olvido. Sin embargo, en retrospectiva, ahora parece ser un precursor sorprendente. Mucho antes del Urus y el Purosangue, Bertone ya había comprendido que existía un mercado para vehículos familiares ultraexclusivos capaces de combinar espacio, imagen y motores excepcionales. Una prueba más de que, a veces, las ideas más descabelladas llegan demasiado pronto.

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