
Antes de convertirse en uno de los diseñadores más influyentes de la historia reciente de la Lamborghini, Mitja Borkert fue un niño de la Alemania del Este, impulsado por una imaginación desbordante y un mundo exterior a menudo inaccesible. En su último vídeo oficial, "Lamborghini y Hot Wheels: el diseño une lo grande y lo pequeño", habla de cómo creció cerca de una base aérea rusa, viendo los aviones MiG sobrevolar su casa y dibujando todo lo que veía: motos, helicópteros, aviones... y los raros coches de la carretera, como el Trabant.

Fue en este entorno donde empezó a rediseñar coches que no le gustaban, a mejorarlos e incluso a fabricar sus propios modelos de madera en el garaje familiar.



Los coches pueden crear emociones
A pesar del limitado acceso a los coches occidentales, la pasión fue creciendo. Uno de los momentos clave fue un viaje de infancia en un Citroën 2CV, cuando se acercó otro 2CV lleno de estudiantes, lo que desencadenó una conexión espontánea entre los dos vehículos. "Los coches pueden crear reacciones en las personas", dijo entonces. A los cinco o seis años ya comprendió que el coche no era sólo un medio de transporte, sino un vehículo de emociones. Cuando cayó el Muro de Berlín, su mundo se abrió de repente. Por fin descubrió los coches occidentales, las carreras de Fórmula 1 y, sobre todo, a Ayrton Senna en su monoplaza rojo y blanco. Fue un periodo seminal que marcó su perspectiva como diseñador.
El primer coche: un emblemático Honda CRX
En este torbellino de descubrimientos, un coche se convertirá en un auténtico compañero de viaje: el Honda CRX. Un coupé japonés pequeño, ligero, vivo, sencillo pero increíblemente bien diseñado. Un coche que se ha convertido en leyenda entre los aficionados por su agilidad, ligereza, fiabilidad y diseño atemporal. "Fue mi hermano durante 200.000 kilómetros", dice.


El CRX no fue sólo un primer coche. Su silueta única le causó una impresión duradera, el tipo de forma que recuerdas para siempre, como tu primer amor por el automovilismo. "Cada CRX que encuentro, lo compro", dice. Una frase que dice mucho: a pesar de los hipercoches que diseña hoy, a pesar de los millones de personas que admiran sus Lamborghinis, aquel pequeño Honda sigue ocupando un lugar sagrado en su corazón.
Lo fascinante hoy es ver cómo este coupé japonés influyó en un diseñador que ahora fabrica Lamborghinis. En el vídeo, explica que el ritmo de un coche debe ser como el de la música: cambiante, vivo, expresivo. Es una idea que ha llevado consigo toda su vida y que puede relacionarse con la eficaz sencillez del CRX.



Incluso cuando habla del diseño de Lamborghini, se mantiene fiel a esta visión. La silueta debe ser reconocible al instante. Debe durar décadas. Como el Honda CRX, que, a pesar de su edad, sigue siendo instantáneamente reconocible, y ahora se colecciona. Lo sabe: los objetos que resisten el paso del tiempo son los que tienen una verdadera identidad.
