
Si lee Italpassion con regularidad, probablemente le suene el nombre de John Temerian. Ya hemos informado de cómo este coleccionista de Lamborghini se hizo con un raro Countach "Blue Tahiti" desaparece del radar en Japón. Esta vez, la historia es aún más fuerte: sin buscarlo realmente, encontró un Lamborghini Miura S que tuvo su padre... hace más de 50 años. Y todo se reducía a un pequeño detalle, oculto en el capó.
De pequeño garaje francés a meca de los supercoches
Para entender esta historia, hay que remontarse a los años cincuenta. El abuelo de John Temerian dejó Francia en 1957 para trasladarse a Estados Unidos. Empezó desde abajo, en una estación de servicio de Springfield (Massachusetts), antes de conseguir comprarla. Situada junto a un centro médico, la llamó simplemente "Medical Center Garage". Trabajaba duro, echaba muchas horas y se convirtió rápidamente en el especialista europeo local. Los Ferrari iban y venían, pero también los Jaguar, los coches de carreras y los 250 GTO de segunda mano que nadie consideraba aún obras de arte. En este modesto entorno nació una familia forjada enteramente por la pasión por los coches.
El hijo del jefe, futuro padre de John, cayó obviamente en la trampa. A los 13 años, ya estaba reconstruyendo un motor él solo. A los 16, mientras la mayoría de sus amigos del colegio soñaban vagamente con un Mustang, él llegó al colegio en... un Lamborghini Miura.
Un joven de 16 años en un Lamborghini Miura
La escena parece hoy irreal. A finales de los años 60, tras vender un Ferrari 250 GTO por unos 9.000 $, el abuelo pidió opinión a su hijo. Su hijo dijo que el GTO era "feo" y que los coches más bonitos del mundo eran el Jaguar E-Type y el Lamborghini Miura. El abuelo cumplió: primero un E-Type, luego un Miura de segunda mano para su hijo, por unos 4.000 o 5.000 $.



El trato estaba claro: nada de sueldo, trabajaba gratis en el taller, y a cambio podía usar el coche, siempre que sus resultados en la escuela fueran impecables. El joven prodigio de la mecánica pasó a conducir Miuras como otras personas conducen scooters: compraba uno, lo volvía a dejar en la carretera, lo vendía, compraba otro, y así sucesivamente. Hasta que un día se topó con un modelo muy especial: un Miura S rojo con interior de cuero negro, aire acondicionado, radio, especificaciones estadounidenses y, sobre todo, dos retrovisores cromados fijados al capó delantero. Se trataba de una configuración única en el mercado americano de la época. Lo aprovechó al máximo y acabó vendiéndolo para financiar la compra de un Miura SV negro, coche que aún posee. Por aquel entonces, nadie imaginaba que el coche rojo volvería algún día a la familia.
Un joven canadiense, un trabajo de ensueño y un Miura olvidado
La segunda parte de la historia comienza... en Instagram. Unos dos años antes de que se redescubriera el Miura, John Temerian recibía regularmente mensajes de un joven canadiense que le rogaba que se uniera a él en Curated, su empresa con sede en Miami especializada en supercoches de época, sobre todo Lamborghinis de los años 70 y 90. John se negó varias veces: la empresa era pequeña y no podía aceptar a todo el mundo. Pero el joven no se rindió. Un año después, se presentó en la sala de exposición, con la gorra y la chaqueta Curated puestas, como si ya formara parte del equipo. Esta vez, John quedó impresionado por su determinación y decidió darle una oportunidad.
Bien por él: en el espacio de dos meses, el "novato" se convirtió en un auténtico radar de pepitas. Entre los coches que localizó había un Lamborghini Miura S rojo de 1971, olvidado en un garaje del norte de California. El coche no se ha conducido en más de veinte años, y la carrocería está llena de abolladuras, arañazos y agujeros en el capó. Pero todo es original, desde los cristales hasta los cromados y el interior de cuero negro.


Indagando en los registros internacionales de Lamborghini, John descubrió que sólo había un Miura S entregado nuevo en EE.UU. en color rojo con interior de cuero negro, aire acondicionado y equipamiento estadounidense. En ese momento, le vino un recuerdo: su padre le había hablado a menudo de un Miura S exactamente con esa configuración, justo antes de su famoso SV negro. ¿Y si el joven vendedor canadiense, sin saberlo, acababa de encontrar el Miura de su padre?
El pequeño detalle en el capó que lo cambia todo

John compra el coche y lo hace repatriar a Miami. Cuando lo ve bajar del camión, se da cuenta inmediatamente de la primera señal: dos espejos retrovisores sujetos al capó. Ahora están pintados de negro, pero la pintura se está descascarillando, revelando el cromado original. Exactamente como los recordaba su padre.


Sólo quedaba saberlo con certeza. El padre de John vuela a Florida y se encuentra con el Miura S rojo, cansado pero intacto. Miró a su alrededor, inspeccionando los detalles... hasta que se topó con ese famoso "pequeño detalle" que lo cambiaría todo. En el lateral del capó, observó una especie de pequeño cilindro de cerradura, en un lugar totalmente inusual en un Miura. El primer pensamiento de John fue que había sido reparado. Entonces su padre empieza a sonreír:
"¿Sabes lo que es? No es una cerradura. Era mi sistema de alarma. Fui yo quien lo instaló en los coches que entraban y salían del garaje".
Este sistema de alarma casero, instalado en su día en el garaje Medical Center, sólo podía encontrarse en "sus" coches. Este detalle inverosímil se convirtió en la prueba más contundente de que este Miura S era realmente el que había tenido a principios de los años setenta. Dos semanas después, por fin apareció una vieja fotografía de los archivos familiares: mostraba el Miura rojo con sus dos retrovisores cromados sobre el capó y ese característico agujerito para la alarma. La historia ha cerrado el círculo.
