
Cuando se acerca el invierno, los coches deportivos suelen irse a casa a hibernar al calor de un garaje seguro. Pero en Viena, un joven empresario ha decidido sortear la falta de plazas de aparcamiento de una forma espectacular: izando su Ferrari 296 GTB... al balcón de su piso.
El protagonista de esta historia es Amar Dezic. A sus 28 años, este empresario vienés trabaja en el mundo de la preparación de automóviles. Su colección incluye ya varios modelos de alta gama, como un Porsche Panamera, un BMW M2 y un Range Rover Sport. Pero su última adquisición, un Ferrari 296 GTB, está en una clase propia. Con la llegada del invierno, Dezic buscaba una forma de guardar su nueva joya a cubierto. El problema era que no conseguía una plaza de garaje extra en su edificio. Ante esta negativa, el empresario decidió plantearse las cosas de otra manera.
Convertir un balcón en un aparcamiento elevado
En lugar de alquilar un local a distancia, Amar Dezic utilizó una grúa. En pleno día, con los transeúntes mirando asombrados, el Ferrari 296 GTB fue elevado en el aire antes de ser colocado precisamente en el balcón de su piso. La escena, que obviamente fue filmada, se difundió rápidamente por las redes sociales. La idea no se quedó ahí. El propietario planeaba incluso instalar una estructura acristalada e iluminada alrededor del coche, a modo de vitrina de museo. Una operación que ya costaba varios miles de euros.

"Viena no es Dubai
Aunque la imagen hizo sonreír a la gente, a las autoridades vienesas no les gustó nada el espectáculo. En pocos días se tomó la decisión: el Ferrari tenía que derribarse. Había serias dudas sobre la estructura del edificio y la seguridad contra incendios. Un balcón, aunque sea espacioso, no está diseñado para albergar un supercoche de casi 1,5 toneladas. Amar Dezic explica que se inspiró en ciertas prácticas observadas en el extranjero, sobre todo en Dubai, donde a veces se tolera la exhibición de coches prestigiosos en lugares inverosímiles. En Viena, sin embargo, la comparación no tardó en llegar a sus límites.
De vuelta a la tierra

Unos días más tarde se movilizó una segunda grúa. La misma puesta en escena, la misma curiosidad del público, pero esta vez para devolver el Ferrari 296 GTB al suelo de la vaca. La aventura fue tan corta como costosa. Al final, el supercoche se guardará en el taller profesional de su propietario, lejos de balcones y polémicas. Una conclusión más convencional, pero sin duda más acorde con las normas locales. Y para este empresario, ¡no es mala publicidad!