
Se podría pensar FerrariTras resistirse durante mucho tiempo a la electrificación, Ferrari estaba a punto de lanzar el supercoche eléctrico de referencia, el Ferrari Elettrica alias F244. Pero con el paso de los meses, las señales empezaron a acumularse: incluso el Cavallino Rampante parecía tener dudas sobre el futuro inmediato de los supercoches eléctricos.
El pasado mayo, Ferrari ya ha anunciado el aplazamiento de la presentación del Elettricaprevista inicialmente para octubre de 2025, con un despliegue progresivo en tres etapas hasta la primavera de 2026. Una estrategia inusual para una marca famosa por sus calendarios impecables, que ya mostraba cierta cautela.
Tras el Elettrica, el segundo coche eléctrico se retrasa hasta... 2028
Según una información de Reuters del mes de junio, Ferrari ha decidido aplazar su segundo modelo eléctrico 100 %. Previsto inicialmente para 2026, este segundo modelo no verá la luz hasta 2028 como muy pronto. ¿El motivo? La demanda de este tipo de vehículos se considera demasiado baja. Para una marca cuyo ADN está íntimamente ligado al rugido de los V8 y V12, forzar la transición a la energía eléctrica podría ser simplemente una apuesta demasiado arriesgada.
Ferrari no es el único que se resiste: sus rivales también van a tientas. Maserati tiene dificultades para vender su primer Folgore 100 % eléctrico. Lotus está reduciendo sus ambiciones. Incluso Rimac, pionero en hipercoches eléctricos, tiene que hacer malabarismos con la demanda de nicho. Y en Sant'Agata Bolognese, Lamborghini ha dejado claras sus intenciones: no habrá primer coche eléctrico antes de 2029el momento de dejar madurar el mercado... y apostar por una alternativa inesperada: los combustibles sintéticos.
Un mercado que no está listo para pasar página a la gasolina
Detrás de estos aplazamientos en cascada se esconde una simple realidad: Los clientes de Ferrari no tienen prisa por despedirse de la emoción de un motor de gasolina de altas revoluciones. Para muchos, a los coches eléctricos aún les falta ese algo extra que marca la diferencia entre un simple coche de altas prestaciones y un supercoche legendario. Las lentas ventas de algunos deportivos eléctricos confirman que aún queda mucho camino por recorrer antes de que las altas prestaciones impulsadas por baterías se conviertan en un sueño para los entusiastas.