
Se habla mucho deAlfa Romeo 33 Stradale a partir de 2023Es un nombre que ha sido sinónimo de exclusividad y posicionamiento poco convencional. Pero para entender por qué este nombre sigue resonando con tanta fuerza hoy en día, tenemos que remontarnos casi sesenta años atrás, a otro 33 Stradale, nacido en 1967. Un coche tan mítico como paradójico, cuyos fracasos comerciales dieron lugar a algunos de los mejores concept cars de la historia del automovilismo italiano.
El 33 Stradale original: obra maestra técnica, fracaso financiero
Los orígenes del 33 Stradale se encuentran en el Alfa Romeo Tipo 33, un coche de carreras desarrollado para dominar las pruebas de resistencia. En contra de la lógica habitual, Alfa Romeo decidió alejarse de la competición y crear una versión de carretera, con el fin de homologar el coche y obtener cierto prestigio con él. Se encargó a Franco Scaglione el diseño de la carrocería, mientras que la base técnica seguía siendo la de un coche de carreras puro: chasis tubular en forma de H, V8 de dos litros en posición central trasera, ligereza extrema.


En 1967, el 33 Stradale se ofrecía al astronómico precio de 9.750.000 liras. A modo de comparación, un Ferrari 275 GTB costaba alrededor de 6.500.000 liras. En aquella época, un millón de liras equivalía a unos 1.600 dólares estadounidenses. A pesar de su prestigio y prestaciones, el 33 Stradale ni siquiera cubría sus costes de producción. Alfa Romeo pretendía vender 50 unidades, pero la realidad fue muy distinta: sólo unos pocos ejemplares completos encontraron comprador.
Oficialmente, se fabricaron 18 chasis del 33 Stradale. No todos llegarían a venderse en la forma imaginada por Scaglione. Y es precisamente ahí donde comienza otra historia, la de un excepcional terreno de juego ofrecido a los más grandes carroceros italianos. A falta de clientes, Alfa Romeo puso a disposición de prestigiosos carroceros una serie de chasis inutilizados. Pininfarina, Bertone e Italdesign aprovecharon entonces esta base excepcional para proponer su propia visión del deportivo definitivo. Cada proyecto es único, radicalmente diferente de los demás, y refleja la meteórica evolución del diseño de automóviles entre finales de los años sesenta y mediados de los setenta.
Carabo: la ruptura total de Bertone
Presentado en 1968, el Alfa Romeo Carabo fue sin duda el concepto más revolucionario surgido del 33 Stradale. Marcello Gandini, entonces un joven diseñador de Bertone, adoptó un enfoque totalmente opuesto al diseño sensual de Scaglione. Aquí ya no había curvas: todo eran ángulos, líneas tensas y formas geométricas. El Carabo presenta una silueta en cuña extremadamente baja, puertas de apertura vertical, faros retráctiles y un enfoque radical de la aerodinámica. Pintado en un verde fluorescente inspirado en el escarabajo Carabus Auratus, con capó naranja y cristales dorados reflectantes, impacta tanto como fascina. Bajo la carrocería, el V8 de 2,0 litros desarrolla 230 CV para sólo 700 kg.



El Carabo no es sólo un ejercicio de estilo. Influyó directamente en futuros iconos como el Lancia Stratos Zero, el Maserati Khamsin y, más tarde, el Lamborghini Countach. Sólo se fabricó un ejemplar, que ahora se encuentra en el Museo Alfa Romeo de Arese.
33 Roadster GS: la visión experimental de Pininfarina
Ese mismo año, en el Salón del Automóvil de Turín, Pininfarina presenta el Alfa Romeo 33 Roadster GS, diseñado por Paolo Martin. Donde Bertone buscaba abrir nuevos caminos, Pininfarina experimentaba. Este roadster de baja altura combina superficies suaves y líneas limpias, con una identidad visual reconocible al instante. El frontal está marcado por una inusual firma luminosa formada por seis faros en fila. Un ancho parachoques de goma negra recorre toda la anchura, mientras que dos alerones negros flanquean las aletas delanteras. En la parte trasera, un enorme alerón naranja domina el motor. No es sólo un elemento estético: actúa como barra antivuelco y aloja el radiador de aceite, al tiempo que exhibe el trébol de cuatro hojas, símbolo de los deportivos Alfa Romeo.



Las puertas se abren verticalmente, el parabrisas es minimalista y el habitáculo es deliberadamente despojado, negro con asientos naranjas. El 33 Roadster GS seguirá siendo único, pero servirá de base para una evolución aún más extrema.
33 Coupé Speciale: la sofisticación según Fioravanti
En 1969, Pininfarina volvió a hacerlo con el Alfa Romeo Tipo 33/2 Coupé Speciale, diseñado por Leonardo Fioravanti. Presentada en el Salón del Automóvil de París, esta versión adopta un enfoque más tecnológico y lujoso. Construido sobre el chasis 750.33.115, cuenta con techo de cristal, puertas de ala de gaviota de accionamiento hidráulico y faros escamoteables.



Pintado en un amarillo brillante, este 33 Coupé Speciale iba a fabricarse inicialmente en una pequeña serie. Al final, se quedó en una pieza única, un símbolo de lo que el 33 Stradale podría haber llegado a ser si Alfa Romeo hubiera perseverado en el mercado de los supercoches de carretera.
Iguana: el nacimiento del estilo Giugiaro
Con elIguanaPresentado en 1969, el Iguana fue una de las primeras declaraciones estilísticas de Giorgetto Giugiaro bajo la bandera de Italdesign. Basado en el chasis 750.33.116, el Iguana siguió utilizando el V8 de 2,0 litros y 230 CV, antes de adoptar posteriormente el V8 de 2,6 litros del Alfa Montreal por razones de fiabilidad. Visualmente, el concepto contrastaba con todo lo que había en el mercado en aquel momento. Su carrocería de fibra de vidrio gris metalizado, el techo y los pilares de metal cepillado, las líneas angulosas y el parabrisas hundido daban al Iguana un aspecto casi atemporal. Su diseño influyó directamente en modelos como el Maserati Bora y el Merak, e incluso prefiguró el DeLorean DMC-12.


El Iguana también es único, y ahora descansa en el Museo Storico Alfa Romeo, un recordatorio de que el diseño italiano de los años 60 sabía pensar con décadas de antelación.
33 Spider Cuneo: llevar el concepto al extremo
En 1971, Pininfarina transformó el GS Roadster en una nueva creación aún más radical: el 33 Spider Cuneo. Presentado en el Salón del Automóvil de Bruselas, abandonaba casi por completo la redondez en favor de un perfil puro y afilado en forma de cuña. El coche no tiene puertas, el parabrisas forma una visera envolvente y las tomas de aire NACA esculpen los flancos. En la parte trasera, seis faros y ocho tubos de escape evocan el mundo de las carreras de lanchas motoras. El V8 permanece inalterado, al igual que el peso pluma de 700 kg.



El Spider Cuneo es un auténtico coche laboratorio, una demostración de lo que podría llegar a ser el deportivo definitivo cuando el diseño no estuviera limitado por restricciones comerciales.
Navajo: el fin de una era futurista
El último concepto basado en un chasis 33 Stradale, el Alfa Romeo Navajo, apareció en 1976. Bertone y Gandini ampliaron la distancia entre ejes para incorporar un enorme alerón trasero cuadrado, elemento central del diseño. La aerodinámica estaba en el centro del proyecto, con un alerón móvil, un spoiler delantero que podía desplegarse en función de la velocidad y faros escamoteables situados en los laterales.



Con sólo 3,80 metros de largo, 1,86 metros de ancho y 1,05 metros de alto, el Navajo es compacto pero visualmente espectacular. Su habitáculo minimalista contrasta con su aspecto de nave espacial. También marca el final de un ciclo de coches de ensueño extremos basados en el 33 Stradale.
Irónicamente, fue el Alfa Romeo 33 Stradale no vendido el que dio origen a seis concept cars legendarios. Allí donde el coche de calle no encontró su público, su chasis ofreció total libertad a los más grandes diseñadores italianos, dando lugar a una concentración de creatividad sin parangón.